Un divorcio es siempre un proceso delicado en el que entra en juego un amplio volumen de cuestiones que se han de resolver de la forma más ágil posible. El objetivo es reducir al mínimo exponente los conflictos, logrando así que el trámite se cierre por la vía exprés gracias al mutuo acuerdo. No obstante, existen ciertos problemas que se presentan como una barrera realmente complicada de superar. Unas situaciones que van amedrentando el trámite hasta convertirlo en insostenible y provocar que la única solución sea la vía contenciosa. Por eso, en aras de ayudarte a que esto no ocurra, queremos abordar algunas de las discusiones más habituales y cómo esquivarlas.
Uno de los cónyuges no quiere abandonar el domicilio
Cuando uno de los cónyuges le expresa a la otra parte su voluntad de terminar con la relación matrimonial, también suele esperar que dicha persona se marche de la casa. De ahí que expresiones como “la casa es mía y mi pareja no quiere irse” sean una constante en los despachos de abogados de familia. Pero, ¿cómo se resuelve esto?
Es irrelevante si se trata de una vivienda a tu nombre o si es compartida: en ningún caso se puede echar a la pareja de su domicilio. Si bien es cierto que el uso y disfrute del inmueble se abordará durante la tramitación del divorcio, bien sea por la vía amistosa o a través de un juez en la contenciosa, hasta que no haya una resolución ambos están protegidos legalmente para permanecer bajo dicho techo.
Ante tal realidad, si la convivencia es insostenible, incluso en los tres meses que dura un divorcio exprés, lo más inteligente es abandonar la casa por tu propio pie. Siempre hay amigos o familiares dispuestos a darte cobijo hasta que finalmente quedes como beneficiario de la casa; por lo que te animamos a que sigas esta senda de la conciliación en lugar de iniciar batallas que no llevan a ningún sitio.
Discusiones incesables durante el divorcio
Un matrimonio que termina suele cargar a sus espaldas un gran volumen de discusiones y resentimientos del pasado. No es de extrañar, por tanto, que aquello de “mi pareja me culpa de todo” se repita una y otra vez. Para dejar las cosas claras de antemano: es prácticamente imposible que seas el único causante de los problemas. Así que no, no tienes por qué aguantar esta situación.
Sin embargo, nuestro consejo es que no entres nunca al trapo. Somos conscientes de lo complejo que es no rebatir algo cuando resulta sencillo desmontar la idea que tiene la otra persona en la mente. No obstante, si no quieres enzarzarte en discusiones incesables, resulta mucho mejor morderse la lengua. Aquello de contar hasta 10 antes de hablar no está de más.
No importan los problemas del pasado: los divorcios sirven para poner la mirada en el futuro. Por lo que, si logras mantener una actitud conciliadora, lo más probable es que tengas éxito en la resolución amistosa. Con un poco de paciencia se logran grandes triunfos, resolviendo así el divorcio en un margen de tres meses y sin la necesidad de los gastos económicos asociados a la vía contenciosa.
Problemas económicos para divorciarse
Siguiendo la línea de lo previamente comentado, hay que señalar que muchas parejas posponen su divorcio como fruto de las complicaciones económicas por las que están pasando. Sin embargo, los divorcios de mutuo acuerdo son verdaderamente asequibles, llegando a costar 150€ por cónyuge con IVA incluido cuando hay niños de por medio y tan solo 100€ si no hay menores en la ecuación.Ya lo ves: ni la lucha por el hogar ni las discusiones ni las limitaciones de dinero pueden ponerse de por medio durante un trámite de estas características. Estamos hablando de un nuevo punto de partida en lo que respecta a la vida emocional y, para comenzar con buen pie, hay que dejar todas las heridas cerradas. Porque un divorcio sirve tanto para poner fin a lo legal como a lo sentimental.