Una de las decisiones más difíciles o complejas que debe tomar una pareja es la de separarse o divorciarse y, mucho más, cuando tienen muchos años de relación, han formado una familia y, hasta cierto punto, tienen estabilidad. Se trata, sin duda alguna, de una situación difícil, en donde el miedo y la incertidumbre son los principales acompañantes en ese proceso.
Separarse a los 40: ¿cómo es el proceso?
Más allá de la edad, separarse siempre o casi siempre, es complicado, difícil y doloroso. Sin embargo, también es un hecho que la forma de afrontar ese momento puede variar sutilmente en función de nuestra edad y, por supuesto, madurez emocional. Cuando se trata de separarse a los 40 lo que nadie te cuenta es que, pese al miedo o incertidumbre, nos encontramos en una de las mejores etapas de nuestra vida, especialmente porque solemos gozar de cierta estabilidad económica, lo que facilita, en gran medida, este proceso.
Pese a lo anterior, es normal que, al momento de tomar esta decisión, los dos miembros de la pareja se sientan desprotegidos, en el aire, sin soporte. Pero, con el pasar de las semanas, descubrirán cómo van recuperando su libertad y vuelven, poco a poco, a hacer todas esas actividades que, por diversos motivos, dejaron de hacer, pese a lo mucho que lo disfrutaban.
En este sentido, separarse a los 40, pese al miedo y al dolor del momento, también se puede traducir en una magnífica oportunidad para retomar todos aquellos proyectos y actividades que, por diversos motivos, habíamos dejado de lado. También es una magnífica etapa para viajar con mayor comodidad y estabilidad económica, ya sea solo o bien con amigos.
En conclusión, se trata de una etapa que si bien es muy dolorosa, es posible transformarla en muchos recuerdos bonitos y agradables, aunque para ello resulta imprescindible trabajar en la voluntad para conseguirlo.
Separarse a los 50: ¿cómo es el proceso?
Con unos pocos años más, separarse a los 50 lo que nadie te cuenta es que también se trata de una etapa perfecta para hacer cambios en nuestro día a día, desde un cambio de look hasta iniciar una rutina en el gimnasio o cualquier otro deporte que, además de permitirnos drenar el estrés del día a día también nos ayuda a mantenernos en forma, con todos los beneficios que ello tiene para nuestra salud, en general, así como también para nuestra autoestima.
Si bien, al igual que en el caso anterior, se trata de un proceso difícil y más cuando se trata de parejas que llevan juntos muchos años, no debemos sentir que es muy tarde para dar un paso que se traduzca en paz y tranquilidad. Después de las primeras semanas, comenzaremos a observar con mayor tranquilidad lo sucedido y la madurez propia de la edad nos ayudará a superar la ruptura de forma más rápida.
De igual manera, también suele tratarse de una edad en la que gozamos de una gran estabilidad económica, lo que resulta una gran ventaja para viajar, explorar nuevos destinos y experiencias, ya sea solo o acompañado. También, esa libertad financiera, nos permite inscribirnos en cursos o actividades que siempre hemos querido hacer y, a través de las cuales, es posible conocer y hacer nuevos amigos.
Sin lugar a dudas, cuando nos casamos lo hacemos con la idea que sea para toda la vida, pero los deseos y planes no siempre salen como queremos. Sin embargo, es importante que nunca tomemos la edad como una referencia limitante y, si bien puede ser una decisión muy difícil y dolorosa, es importante tomarla cuando, por diversas razones, ya no hay amor y respeto en la relación de pareja.
Separarse cuando tenemos 40 o 50 años, contrario a lo que podría creerse, se puede traducir en una gran oportunidad para comenzar a experimentar muchas cosas que deseamos o bien retomar aquello que tanto nos gustaba y gracias a que contamos con una mayor madurez y estabilidad financiera, hay más probabilidades de que el proceso se desarrolle de forma menos traumática.